Prólogo de Emilio Carrillo a El primer día del tiempo nuevo

Hace tiempo que esperaba que esta obra colectiva con cuerpo de libro llegara a mis manos… y a las tuyas.

Hace tiempo que este libro, surgido desde la conjunción creadora de numerosas almas, esperaba llegar a mis manos… y a las tuyas.

Por fin el encuentro se ha dado. Exactamente cuando correspondía: “todo tiene su momento y cada cosa tiene su tiempo bajo el cielo”. Y ha sido un auténtico reencuentro fuera del tiempo y del espacio para abrir las puertas al recuerdo pleno de lo que eres, de lo que somos, de lo que es, de lo que acontece…

Y recordando, recordando… ¿Cuándo los humanos dejaron de escuchar a los árboles?…

Dóron es un árbol magnífico, robusto, grande, enorme, majestuoso, soberbio, fuerte, resistente… Y sabio, muy sabio, pues no atesora conocimientos, sino sabiduría: la sabiduría innata que mora y bulle en la esencia de cuanto existe; la sabiduría profunda y universal que emana de los Corazones cual cosecha de amor con el único propósito de ser compartida desde ese mismo amor.

Desafiando el paso de los años y los siglos, este arbusto doblemente milenario se yergue en el centro de un parque. Un inmenso parque cuyo nombre el libro no desvela, pero que coincide exactamente con el tuyo. No en balde, querido lector, el anciano roble vive dentro de ti. Te darás cuenta de ello a medida que vayas avanzando por las páginas que siguen.

Y también en tu interior habitan todas las experiencias, todas las situaciones, todas las circunstancias y todos los personajes que a Dóron se acercan para plantearle sus preguntas:

+Benito, el fotógrafo, con el que recordarás que el momento es ahora y que no hay secretos para el que sabe.

+Mel, la oruga, con la que te darás cuenta de que tu miedo, tu tristeza, tu mal humor, tu falta de autoestima y tu desconfianza en el proceso de la vida son sólo síntomas de que estás entrando en la crisálida para experienciar la metamorfosis en mariposa.

+Martina, la “ejecutiva”, con la que te adentrarás en el Secreto del Tiempo y en las muchas cosas que duermen en ti y en todos los seres humanos: “bellas durmientes” esperando ser despertadas por el beso de un príncipe y, a la vez, ese mismo príncipe.

+Sonia, la pastelera, con la que constatarás que la muerte no existe e intuirás el Misterio que explica lo qué venimos a hacer a la Tierra.

+Amil, el leñador, con el que te atreverás a ser quien eres y percibirás que lo imposible es lo único verdaderamente posible para ti y los tuyos.

+Tana, la niña huérfana, con la que comprobarás que el amor está en todas partes y que podrás verlo cuando tú mismo en amor te conviertas, siendo amor ahí donde estés y llenando de amor cualquier espacio que te acoja.

+Dafne, la elfina, con la que te acercarás al Gran Misterio y al hecho inefable de que cada acontecimiento de tu vida, desde el más alegre al más terrible, ha sido inventado y creado para el florecimiento de lo que eres, para tu propio florecimiento.

+Javier, el borracho, con el que sentirás que eres todo y todo lo tienes y darás sin esperar nada, pues realmente nada necesitas, olvidándote de las necesidades que tu ego intenta imponer y que son sólo trampas.

+Liza, la niña con la que comprenderás que hasta con el dolor se puede hacer algo creativo y asumirás la más difícil de las lecciones: la paciencia.

+Far, la mariposa, con la tomarás consciencia de que la realidad que tú mismo decidas será la real y que el ahora es el único momento perfecto para tomar cualquier decisión.

+Fred, el anciano, con el que abrirás el ojo de la consciencia y mirarás al mundo tal cual es: amor pleno y puro presente en todas experiencias, también en la guerra, la enfermedad y la muerte.

+Tasio, el musgo, con el que verás que no eres el dueño de los pensamientos que van y viene en tu cabeza, que realmente no nacen de ti, sino del sueño de tu mente.

+Piero, el agricultor, con el que cesarás de esconderte de ti mismo, dejarás a un lado los límites que conoces -todos te los has impuesto tú mismo- y te escucharás a fondo para saber la alimentación que te conviene.

+Paula, la niña que cuida de su madre, con la que nunca olvidarás que hay tareas demasiado grandes para una sola persona, de modo que si te embarcas en ellas todo tu esfuerzo, por enorme que sea, sólo servirá para mantener las cosas tal y como están.

+Federica, la mujer menuda y liviana, con la que descubrirás que los seres queridos fallecidos nunca se ha alejado de ti ni un milímetro y que de lo único que debes ocuparte es de ser feliz, pues todo lo demás vendrá por sí solo, fácilmente… Y fácilmente significa que todo es perfecto, perfecto, perfecto…

+Sofía, la violinista, con la que desvelarás que todos somos extraordinarios y maravillosos, sin que nadie sea más importante que nadie –cada uno es una nota única y vibrante en un sinfonía perfecta-, y que cada ser custodia el Gran Fuego que te permite verlo Todo, toda a la vez, el Universo entero en todas sus dimensiones.

+Alicia, el cuerpo de energía proyectada, con la que te acordarás de que sanar no siempre significa recuperar la salud, sino que a menudo es aprender, trascender y comprender el sentido de la enfermedad de una manera tan profunda que transfigura.

+Saisha, la libélula, con la que volarás para no sufrir queriendo ser aquello que en realidad ya eres y utilizarás tu poder con sabiduría para iluminar el caminar de los que continúan dormidos.

+Guadalupe, la lectora de poemas, con la que entenderás que el mundo necesita que cada ser humano encarne su verdad y se convierta en la mejor versión de sí mismo, coadyuvando a que la Madre Tierra exprese la mejor versión de sí misma, esto es, el paraíso que siempre fue.

+La estrella sin nombre, con la que contemplarás el apego que tus congéneres mantienen desde hace tanto tiempo a creencias erróneas: son inmortales y creen ser mortales; son poderosos y creen no tener poder; son creadores y creen ser títeres de otros; son trascendentes y se sienten insignificantes…

+Pitufa, la gatita, con la que pasarás de identificarte con el personaje que interpretas en esta vida para hacerlo con el sujeto que experimenta ese personaje, que nunca enfermará ni morirá.

+Irene, la profesora de yoga, con la que vivenciarás la paz a través del encuentro con tu verdad más íntima y esencial y dejarás de esforzarte para, por fin, sentirte.

+Thoron, el águila, con la que adquirirás la visión de la Totalidad acerca de la inconsciencia y la ignorancia, que no sino son partes necesarias del camino hacia la consciencia y la sabiduría.

Todos, sin excepción, son tú; y todos, sin excepción son yo. De hecho, todos son Todo. Y por ser Todo, son Nada… que es Todo. Todos tenemos un origen común y bebemos de una misma fuente: nuestras almas son muchas, pero todas son la misma. Lo habrás entendido cuando en la lectura desemboques en el momento en el que Gabriel, el niño de seis años que es el primero en hablar con Dóron, vuelve del pueblo para mantener una nueva conversación con el árbol. Y entonces sabrás, igualmente, convertir el arroz hervido en arroz con leche, transformando así este mundo en un lugar donde los segundos cesan de existir y la eternidad cristaliza de instante en instante.

Hace tiempo que esperaba que esta creación colectiva con cuerpo de libro llegara a tus manos… que son las mías.

En Sevilla, en El Primer Día del Tiempo Nuevo,

                                               Emilio Carrillo